Por su crónica, el niño ya no estuvo
solo. Gracias a él, Aniceto y Francisca se conocieron y vivieron un
romance eterno. Por él, un tímido dependiente se animó a enfrentar el
amor imposible. El grito profundo de Moreira nos acercó al sentimiento
popular más trascendente. Nazareno nos guió por los caminos a un
infierno increíblemente poético. El Mono nos trompeó con toda la fuerza
de sus dolores. Cuando nadie lo pensaba, Aniceto volvió a bailar por su
Francisca. Y para siempre nos conmoverá con la Sinfonía inigualable
sobre la más extraordinaria historia nacional y popular. Se fue el más
grande cineasta que ha dado la Argentina, el más coherente, el más
profundo. Eternamente...gracias Favio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario